Tanto por el ritmo de vida que llevamos como por los costes de ésta, cada vez son más demandados los jardines de bajo mantenimiento, que minimicen los recursos y requieran pocas atenciones para mostrarse siempre bellos. Pero, ¿cómo conseguir este tipo de jardines?; las claves pasan por varias estrategias y no solamente por el ahorro en el consumo de agua, como pudiera parecer a priori.
Discernamos primero cuáles serían las metas a
conseguir en un bajo mantenimiento, que no “mantenimiento cero”, pues éste no
existe:
1)
Ahorrar sustancialmente en agua de riego respecto de otros jardines
tradicionales.
2)
Automatizar las labores de riego.
3)
Minimizar los riesgos de enfermedades y plagas.
4)
Reducir al máximo la necesidad de podas, siegas y demás labores de
jardinería.
5)
Conseguir unos escasos requerimientos de limpieza y facilitar la
ejecución de la misma.
Una vez establecidos estos cinco puntos
esenciales, debemos comprender que el único camino a seguir es el de la planificación.
Es imprescindible analizar los condicionantes del lugar y del diseño que
pretendemos para conocer sus necesidades y poder establecer todo un plan
organizativo que nos permita alcanzar los objetivos perseguidos. Para ello, vamos
a realizar un recorrido a través de varios post consecutivos, donde resumiremos
una serie de consejos básicos a tener en cuenta.
Hoy comenzamos hablando del…
Ahorro en el agua de riego:
La medida más directa para conseguir este
ahorro será la selección de plantas de bajas necesidades hídricas, a ser
posible xerófilas, que van a reducir sustancialmente el consumo. En latitudes
de condiciones secas será tan sencillo como contar con plantas autóctonas.
Las praderas de césped no ayudan al ahorro de
agua, por lo que reducir sus superficies al mínimo siempre será aconsejable.
Cada vez se imponen más los sistemas de
recogidas de aguas pluviales en un aljibe para su posterior reutilización. Si conectamos
los bajantes de pluviales de la vivienda a un depósito soterrado y de éste
subimos las aguas a un segundo contenedor en altura para obtener presión,
estaremos aprovechando el agua de la lluvia del invierno para regar parte del
resto de año. Para bombear al depósito elevado podemos utilizar un sistema con
placa solar de los muchos existentes en el mercado, que nos realizará el
trabajo sin costes energéticos.
El mulching es un buen aliado para evitar las
pérdidas de humedad y reducir las necesidades de riego. Algo tan sencillo como
un manto de corteza de pino o de áridos evitará que el viento seque la
superficie de la tierra con rapidez. Es imprescindible colocar debajo de la
capa de mulching un fieltro geotextil o una manta antirraices para evitar que
la proliferación de malas hierbas acabe ocultando el material, que también hará las veces de
elemento decorativo.
Algo muy a tener en cuenta es que las plantas
van siendo menos exigentes con el riego a medida que se van adaptando al sitio.
Por lo tanto, debemos ir controlando esta evolución e ir reduciendo las
cantidades y frecuencias de aporte, adaptándonos a las necesidades reales de
nuestro jardín.
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