Algunas variedades de plantas pueden llegar a configurarse en nuestro jardín como auténticas esculturas vivientes.
Hablamos
de especies que por su morfología tienen la capacidad de imprimir una fuerte
presencia en el espacio gracias a su forma o silueta, con la particularidad de
requerir muy pocos ejemplares para conseguir composiciones de gran
expresividad. Se convierten en auténticos puntos focales, protagonistas
absolutas que, en solitario o en pequeños grupos, son capaces de captar nuestra
atención con el fin, muchas veces, de indicarnos algo. Ese algo puede ser un
simple “mire usted aquí”, pues son ideales para señalizar una llegada o un
punto de encuentro.
Muchas
de estas plantas guardan su poder visual en unas hojas grandes y estilizadas
(Ej. Yucca aloifolia), pero no
siempre tiene por qué ser así; en ocasiones, el motivo de su aspecto escultural
es su desnudez invernal, al mostrar un esqueleto capaz de transmitir
sensaciones por la expresividad de su estructura (Ej. Cornus Alba)
No
debemos confundir capacidad arquitectónica o escultural con esculturas
vegetales o el arte topiario, que son cosas bien diferentes. La planta
arquitectónica no requiere de la mano del hombre para hablar por sí sola.
Precisamente
por su carácter tan expresivo, debemos ser prudentes en la utilización de este
tipo de plantas y conocer los lugares más adecuados para su implantación. Un recurso
que no suele fallar es ubicarlas junto a los edificios, en las entradas,
accesos generales, en patios o lugares de paso. A medida que nos vayamos
alejando de las construcciones será conveniente ir naturalizando los diseños
vegetales y, por tanto, irán perdiendo su sitio este tipo de plantas
protagonistas. Usando la redundancia, podríamos decir que las plantas
arquitectónicas encuentran con mayor facilidad su sitio junto a las
arquitecturas.
Funcionan
muy bien para este uso las yucas, ágaves, cicas y multitud de cactáceas. El Phormium tenax es un imprescindible en
esta disciplina; las Sansevieras llegan
a ser arte vivo, como pueda suceder con el Aloe
en cualquiera de sus variedades. Si hablamos de árboles, el ciprés es pura
arquitectura.
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